La educomunicación —o educación en materia de comunicación— no es un concepto nuevo.
De hecho, en 1979, la UNESCO concluye que la educomunicación incluye «todas las formas de estudiar, aprender y enseñar, a todos los niveles y en toda circunstancia, la historia, la creación, la utilización y la evaluación de los medios de comunicación como artes prácticas y técnicas. Así como el lugar que ocupan los medios de comunicación en la sociedad, su repercusión social, las consecuencias de la comunicación mediatizada, la participación, la modificación que producen en el modo de percibir, el papel del trabajo creador y el acceso a los medios de comunicación».
Lo educativo siempre ha estado vinculado a reglas gubernamentales. No obstante, el resto de registros pedagógicos conducentes a la adquisición de conocimiento y aprendizaje se denomina formación. Y en la misma los gestores del proceso educativo suelen ser agentes independientes y no gubernamentales.
Así que me llama la atención que el concepto de educamunicación comience a democratizarse y sea el primer registro educativo que no hace alusión a regímenes de control. Sino más bien a un proceso social de difusión de conocimiento.
Es importante recalcar que mi visión de educomunicación no incluye procesos de aprendizaje directos (presenciales). Además, desde mi punto de vista, no son escenarios educomunicativos. Aunque los considero especialmente significativos a la hora de adquirir nuevas ideas. Ya que en educomunicación el emisor del mensaje no tiene contacto directo con los receptores de la información. Y los grupos a los que se transmite el mensaje son más amplios.
Del enseñar a hacer al enseñar a ver
Mucho y muy rápido están cambiando los procesos de aprendizaje en nuestros días. Pues toda la comprensión se reduce a lo visual: si no puede verse no puede hacerse o no existe. Y esta es la política subjetiva de los medios de comunicación del siglo XXI.
La comunicación y la gestión de las herramientas para conseguirla —que hemos logrado diseñar con el desarrollo tecnológico— se han convertido en tareas a las que prestamos mucha dedicación en nuestro quehacer diario. Y ya casi no hay espacio para desarrollar otras actividades.
La transmisión y lectura de los mensajes en red ocupa una gran parte de nuestro tiempo. Ya que tanto en los momentos de ocio como en el trabajo tenemos contacto directo con las redes. Y ya se han convertido en aliadas para el aprendizaje y la información.
Así Internet se ha convertido en una plataforma de adquisición de conocimiento. Pues no solo podemos ver contenido, sino que nos hace conscientes de cómo se argumenta. Además, la emoción y la forma de narrar es el factor clave del aprendizaje, es lo que diferencia un contenido con esencia de uno plano.
Además, los mensajes directos también son herramientas educativas. Internet ha traído consigo la fluidez y la rapidez de la información. De modo que es una herramienta útil, instantánea y eficaz para transmitir conocimiento.
Y algunos autores hablan ya de ‘noosfera’ para referirse a este conocimiento en red que envuelve todo el planeta. Pues la trazabilidad del contenido crea un enmarañado de tejido virtual y conocimiento al que todos podemos acceder.
Cómo transmitir emoción
El acceso a la biblioteca global que hemos generado tras el nacimiento de la Web 2.0, en la que el propio usuario crea contenido, ha constituido 2 indicadores a tener en cuenta. Son los siguientes:
- No todo el contenido en red es real: hay mucho contenido no contrastado y sin rigor científico.
- Se dispone de mucho contenido, pero no transciende porque no está construido de forma correcta. Surge así y aquí la figura del dinamizador virtual que reordena y comunica el contenido.
Por otro lado, ¿puede el contenido en red transmitir emoción? Es curioso, pero cada vez con más frecuencia estamos aprendiendo a interpretar el estado emocional del emisor del mensaje en redes. Es como si hubiéramos adquirido una capacidad lectora de emociones en la distancia- Y estamos comenzando a ser conscientes de las emociones de forma virtual.
Así, ese tipo de creadores de contenido emocional serán los maestros del futuro. Y conseguirán llenar foros y grupos de discusión para conseguir información sobre un tema determinado. Ya que no sólo se busca contenido, sino que se demandan creadores de contenidos con experiencia en coordinación de equipos virtuales y con una alta capacidad de transmitir emoción a través del entorno red.
La educomunicación del arte contextual como elemento pedagógico
Otro canal de comunicación social se encuentra en nuestro contexto cercano, pues multitud de mensajes en forma de arte urbano se localizan en nuestro barrio y entorno próximo.
Es esta una gran herramienta pedagógica, ya que de forma muy directa el mensaje transciende y llega al receptor. Y lo más importante, este tipo de mensajes se generan en el espacio público, el que más transmite, pues accedemos a él de forma libre.
Los medios de comunicación de masas NO son educomunicación
Por otra parte, tal vez tú puedes echar en falta como elementos educomunicativo los medios de comunicación de masas. Sin embargo, han sido descartados del presente artículo, por ser un elemento con altos índices de manipulación gubernamental o partidista.
Conclusiones
En definitiva, la educación del futuro enlaza de forma directa con la comunicación. Ya que el contenido creado y no transmitido no servirá para nada y acabará almacenado en un archivo global hasta que pueda ser analizado por el grupo y este determine la validez del mismo. Y para ello se necesitaran motivadores y transmisores de contenido en red, que aporten emoción a la conexión y sepan dinamizar y motivar grupos virtuales. Se trata así de dinamización de la educación que coincide en método con la dinamización de la información.
En definitiva: la educomunicación será la nueva forma de adquirir conocimiento en el futuro.