Madrid. Son las 5 de la mañana. Es un día cualquiera de enero, probablemente un lunes. Se supone que es fiesta, la mayoría de locales, pubs y garitos del centro están cerrados, tan solo quedan en pie aquellos que, por el mero ansia de conseguir beneficio a cualquier coste, rompiendo el descanso de los vecinos, deciden abrir para contentar a los turistas desfasados que se resignan y pagan los desorbitados precios de las discotecas de la zona.
Sin embargo no todo es oro y plata, de hecho esto es una pequeña y pésima minoría. A metros de los locales más caros de todo el centro nos encontramos con una triste realidad: la de aquellos que, sin poco más que algún sueño y quizá ilusión – si es que aún les queda un poco de eso – deciden pasar la fría noche invernal durmiendo sobre cartones y mantas, amparados por el calor de sus perros y del vino de euro el litro.
Y es que los datos son demasiado preocupantes: de los 300.000 sin techo que cada noche buscan cajero y cartones para no morir de hipotermia, más de 3.000 viven en Madrid. Sí, en la capital de un país que pretende ser moderno y se hace llamar europeo.
¿Un país moderno y europeo?
Es cierto que en España, más aún en Madrid, existe una enorme red de albergues, comedores sociales y voluntarios que intentan que las noches de los menos afortunados sean más apacibles, sin embargo no sabemos por qué, pero muchos no se fían: prefieren dormir en la intemperie antes que en la presuntamente caliente cama de un albergue. No sabemos qué pasa en estos lugares. Entrar ahí es difícil si no eres un sin techo, pero se intentará, desde luego.
También es tremendamente complejo hablar con uno de estos sin techo. La mayoría de ellos, ante su humana y entendible situación, lo último que quieren es hablar con un pseudoperiodista. Muchos incluso, en un intento lógico de calentarse, deciden pasar la noche bebiendo, intentando olvidar su precaria situación entre cartones de vino y ginebra barata, por lo que es totalmente imposible entablar una conversación con ellos.
Pero no todo en esta triste historia es lógico, ni mucho menos. Lo que no es entendible es que en España haya 3 millones y medio de viviendas vacías, listas la mayoría de ellas para entrar a vivir. Es inhumano que en pleno siglo XXI, en pleno enero del 2019, haya casas tapiadas, totalmente inhabitadas, mientras en España hay 300.000 personas durmiendo en la calle. No se puede entender que a una manzana de la discoteca más cara de Madrid esté una de las mayores concentraciones de personas sin vivienda de España.