Cooperland, la red europea de proyectos de cooperación ciudadana, a través de los diversos encuentros producidos a lo largo de 2014 en los foros locales de las ciudades participantes del proyecto y en el II Encuentro Europeo de Prácticas Cooperativas Ciudadanas, evento internacional celebrado en la ciudad de Vigo (Galicia) los días 19 y 20 de septiembre de 2014, presentan en los documentos Carta para la Cooperación Social en Europa, que reproducimos literalmente en este artículo, y Recomendaciones para la Promoción de la Cooperación Ciudadana las principales conclusiones resultado de los talleres realizados.
Carta para la Cooperación Social en Europa | Cooperland
«Los valores de la cooperación son algo intrínseco a la sociedad, a lo largo del tiempo, muchos modelos de sociedades han desarrollado sistemas de colaboración y mutuo apoyo para gestionar los asuntos de la vida en común. La cooperación es por tanto, un patrimonio social, un bien intangible que ha garantizado la posibilidad de la vida misma a lo largo de la historia.
A día de hoy, es común observar en todas las ciudades europeas como grupos de ciudadanos/as se asocian y cooperan para buscar alternativas que den respuesta a sus deseos y necesidades cotidianas en ámbitos como la movilidad, la alimentación, el ocio o el consumo. Ejemplo de ello es la cada vez más frecuente presencia de proyectos relacionados con la economía colaborativa como son los bancos del tiempo, los huertos urbanos, las cooperativas de vivienda, el couchsurfing o los grupos de crianza.
En ese sentido, las prácticas de cooperación ciudadana innovan socialmente y dan respuesta a cambios y necesidades sociales derivadas de los retos económicos, sociales y medioambientales. Gracias a ello, hoy día proliferan diversas prácticas de gestión colectiva, instituciones y sistemas comunitarios que en base a normas de cooperación y confianza mutua están administrando recursos comunes urbanos de forma no mercantil.
En este sentido, la cooperación ciudadana constituye una verdadera economía y política social desde abajo, porque da respuesta a las necesidades no sólo innovando socialmente, sino con una gran potencialidad porque su ADN es de código abierto y su funcionamiento es fácilmente viralizable.
A pesar de toda esta potencia, la cooperación social requiere de unas determinadas condiciones para su desarrollo: requiere del reconocimiento de su valor social y su acción complementaria a las políticas públicas, requiere de marcos jurídicos y legales que promuevan la propiedad y la gestión colectiva de bienes y servicios, requiere de ciudades de uso común donde los servicios y equipamientos públicos no se encuentren mercantilizados, requiere de estrategias de promoción y desarrollo de la cooperación social. Muchas de estas acciones están siendo promovidas por las propias prácticas de cooperación en distintas ciudades europeas, sin embargo es necesario que los gobiernos locales y europeos faciliten y promuevan la existencia de la cooperación social creando un ecosistema que permita y facilite su avance.
La cooperación social debe ser reconocida como un verdadero actor político y social, cuya capacidad de acción e influencia se encuentra más allá de la acción de los gobiernos, puesto la acción del Estado para proveer servicios de carácter universal, se complementa hoy con la acción de estas comunidades que están creando nuevas formas de institucionalidad política y social.
Es por ello que apelamos a los gobiernos locales y europeos a que actúen para que la acción de las comunidades quede garantizada de manera pública, transparente y democrática, tanto en relación al valor social de la cooperación, como a su integración en los marcos normativos y textos judiciales europeos en términos legales y administrativos.
Cooperland
Europa for Citizens | Concello de Vigo
Proyecto financiado por el Concello de Vigo (España) y la Agencia Ejecutiva en el ámbito Educativo, Audiovisual y Cultural (EACEA).»