Hay que casar a Hitler | La perla de Carla 2020 | Manuel del Pino | PqHdM

Hay que casar a Hitler | La Perla de Carla

Carla estaba empezando a preocuparse. había vuelto a soñar con el cruel enano del bigotito alemán. ¿Qué le estaba pasando?Además, este sueño era más raro que el anterior. Y a este podría titularle como ‘Hay que casar a Hitler’.

Ernesto Giménez Caballero, el excéntrico diplomático y escritor falangista, tuvo la brillante idea de casar por fin a Hitler… con Pilar Primo de Rivera.

Así que, ya en Alemania, don Ernesto cenó con Joseph Goebbels, Magda y los niños, para convencerles del plan. Además le regaló un capote al ministro para la Instrucción Pública y Propaganda del Tercer Reich. Y, en los aperitivos, le enseñó a dar pases de toreo.

Por no hacerle un feo como anfitrión, Goebbels lo intentó, mas como era bajito, enclenque y cojito (raza aria a su manera), se hizo un lío con el capote y cayó al suelo. En seguida se levantó e intentó recuperar la compostura.

Costumbres de bárbaros ─dijo─. ¡Fuera, fuera!

No obstante, don Ernesto tenía una segunda baza infalible. Montó un belén traído de España junto a la chimenea, con la ayuda encantada de los niños, que miraban las figuritas y decían:

Es el nacimiento del führer, ¿verdad?
No, es el Nacimiento de Nuestro Señor.
Pues eso, de nuestro amadísimo Adolf Hitler.
Que no, niños. Es el Belén de Jesús en Israel.
¡Ahhh! -gritaron espantados-. ¡Judíooos!

Salieron pitando del salón. No se les volvió a ver en toda la velada. La cara de Goebbels y de su esposa Magda era un poema.

Mientras, Pilar Primo de Rivera se entrevistaba con Hitler en persona. El dictador alemán le regaló un florete. La hermana de José Antonio le regaló un precioso crucifijo mediano y resplandeciente. Al verlo salir del envoltorio de regalo, Hitler se tapó la cara con aspavientos.

¡Arghhh! -exclamó-. Aparte de mí esa visión.

Doña Pilar se desconcertó ante la respuesta de su futuro esposo, pues era muy creyente. Para pasar página y disimular los nervios, intentó maniobrar con el florete. Pero como no era nada hábil, erró y pinchó en el trasero al führer.

¡Ayyy! -aulló-. Querida fräulein, tenga cuidado con el regalo, se lo ruego.

La jefa de la Sección Femenina decidió sincerar su corazón:

Mi querido führer, yo tengo que casarme con usted. Así volveremos a unir el destino de España y el Imperio Alemán. Será la paz mundial. Recuperaremos Gibraltar.
Pero fräulein, eso no es posible. Usted debe saber que de joven, durante mi gesta heroica en la Primera Guerra Mundial, recibí un disparo y desde entonces no estoy bien.
¿Dónde? ¿En la cabeza?
No, más abajo. Mucho más abajo.
¡Ah!, en el pie, como su ministro Joseph Goebbels.

Adolf blandió el florete, dispuesto a ensartar a esa obtusa mujer. Por instinto, Pilar sujetó horrorizada el crucifijo ante ella. ‘¡Pooom!’. Hitler se desplomó en el suelo. Le dio un ataque con convulsiones y tuvieron que llevarlo al hospital con urgencia, donde se salvó de milagro.

Hay que casar a Hitler | La Perla de Carla 2020

‘Hay que casar a Hitler’ es la entrega semanal de ‘La perla de Carla’. Y, en este relato, Manuel del Pino, sigue un poco la estela del anterior.




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