Una de las cosas que preferentemente deben llamar la atención de la sociedad, por su gran importancia y necesidad, es la cultura y educación de la mujer, de la que depende la civilización y el progreso de los pueblos. Ocuparse de la educación de la mujer es ocuparse de la regeneración y progreso de la humanidad
Carmen de Burgos
[Almería (Andalucía, España), 10 de diciembre de 1867 – Madrid (España), 9 de octubre de 1932]
Escritora, periodista y profesora y activista de los derechos de la mujer
La educación de la mujer | Carmen de Burgos
Carmen de Burgos Seguí también es conocida como Colombine. Asimismo firmó con otros seudónimos, como ‘Gabriel Luna’, ‘Perico el de los Palotes’, ‘Raquel’, ‘Honorine’ o ‘Marianela’.
Perteneció a la Generación del 98 y a la Edad de Plata de la Literatura Española. Y está considerada la 1ª periodista profesional de España como también la 1ª en lengua castellana por su condición de redactora del madrileño ‘Diario Universal’. Asimismo se la considera la 1ª mujer corresponsal de guerra, pues mandaba sus crónicas desde Melilla durante la Guerra del Rif.
Su obra abarca más de 150 títulos: 16 novelas, cerca de 60 novelas cortas, más de 30 obras traducidas y casi 50 ensayos divulgativos y libros prácticos sobre belleza, cocina, jardinería, bordados y otros temas considerados exclusivamente femeninos.
Sin embargo, tras la Guerra Civil Española y la implantación de la dictadura franquista, Carmen de Burgos fue incluida en la lista de autores prohibidos y sus libros desaparecieron de bibliotecas y librerías.
Una obra a favor de los derechos de las mujeres
Cuando Carmen de Burgos falleció, había alcanzado el final de una trayectoria trazada por ella misma. Se había rebelado en Almería (Andalucía) contra la cerrazón de la sociedad que destinaba a la mujer —si tenía la suerte de gozar de una buena posición económica— a permanecer encerrada en su casa esperando al marido al ritmo de la gestación y el parto. Asimismo, si era obrera sufría numerosas injusticias, entre las que se contaba la desigualdad de salario.
De modo que Colombine huyó de su ciudad natal para instalarse en Madrid, en busca de una mayor apertura no siempre real. Además, viajó, pronunció conferencias y escribió pensando siempre en la mejora de la situación y en la educación la mujer.
Además de su gran obra creativa, divulgativa y periodística, queda el legado de su pensamiento. Ya que Carmen de Burgos se anticipó a su tiempo en la queja y la lucha sobre los derechos de las mujeres. Comparte así rebeldía con importantes mujeres activistas importantes, como son, entre otras, Clara Campoamor, Victoria Kent, Margarita Nelken y Federica Montseny.
Carmen de Burgos pidió justicia y libertad para la mujer. Aunque no en el marco de un feminismo fanático ni exagerado, sino desde la posición que busca el consenso y la igualdad real para iguales condiciones. Así fue, en realidad, una precursora y encarnó un modelo de actitud que numerosas mujeres necesitadas de liderazgo asumieron como propio y que muchos hombres admiraron.
Carmen de Burgos y Ramón Gómez de la Serna
En 1908, Carmen de Burgos se estableció como profesora en Madrid. Impartió clases de Historia, Geografía, Lengua Castellana, Ética, Derecho y Legislación escolar.
Y ese mismo año conoció a un adolescente Ramón Gómez de la Serna del que se enamoró perdidamente. De hecho, ambos escritores se sintieron atraídos y al año siguiente iniciaron una relación sentimental que duró 20 años. Aunque nunca se casaron, compartieron su vida y su pasión por la literatura durante esas 2 décadas. Residieron y viajaron por distintos países, pero siempre regresaban a Madrid. Además escribían en revistas y periódicos, apoyaban proyectos de jóvenes autores y mantuvieron el interés por los temas sociales. Ý Carmen le animó y le apoyó en la obra más universal de Ramón, las ‘Greguerías’.
Sin embargo, la relación acabó de forma abrupta por las relaciones que Ramón mantuvo con la hija de Carmen, María Álvarez de Burgos.
En la frase del domingo en Pongamos que Hablo de Madrid | La Revista de Madrid, Carmen de Burgos afirma que «Una de las cosas que preferentemente deben llamar la atención de la sociedad, por su gran importancia y necesidad, es la cultura y educación de la mujer, de la que depende la civilización y el progreso de los pueblos. Ocuparse de la educación de la mujer es ocuparse de la regeneración y progreso de la humanidad».