Carla volvió a soñar con el nazi bajito del bigotito. Y de nuevo el sueño era gracioso. Ella lo achacaba a la crisis del COVID-19 ue los tenía a todos revueltos. Como con los anteriores, lo escribió en su cuaderno nada más despertar. A este le tituló ‘Hitler pide trabajo’.
El pobre Adolf tuvo que buscar en Argentina un trabajo para vivir. A los 56 años, una edad tan difícil, se enfrentó al reto de empezar de cero y de mantener entrevistas de trabajo.
Primero intentó ser dependiente de grandes almacenes.
–¿En qué ha trabajado usted antes? -le preguntó el entrevistador.
–Pues yo… Fui líder de un partido político.
–Interesante. Significa que es usted una persona con iniciativa, con capacidad de liderazgo, de trabajar en equipo y de motivar a los demás.
Sin embargo, al entrevistador le mosqueaban la edad y las formas del aspirante.
–¿No trae su currículum vitae?
¿Y qué iba a poner en su currículum?:
- ¿’Desencadené la Segunda Guerra Mundial’?
- ¿’Responsable del Holocausto’?
- ¿’Invadí Europa’?
–¿Por qué dejó su anterior empleo?
–Se puede decir que perdí la guerra -repuso Adolf.
–No se preocupe. Todos perdemos guerras en esta vida. Bienvenido a la mayor cadena de hipermercados argentina, obra del gran capitalista judío Simón Moisés.
–¡Arghhh! Perdone, me siento muy indispuesto.
Y Hitler salió zumbando de allí. Adiós al trabajo.
En otra ocasión, en una sastrería, el encargado era negro. Adolf se dio la vuelta antes de sentarse frente a él y se largó.
–¿A este aspirante qué le pasa? -dijo el encargado-. ¿No quiere el trabajo?
Otra vez lo intentó en una tienda de cosméticos cuyo dueño era ‘gay’ .
–¿Por qué desea usted trabajar con nosotros? -le preguntó con mucha pluma.
–¡Brrr!
Hitler casi atravesó la puerta sin despedirse, para salir a la calle.
Incluso llegó a pedir trabajo de friegaplatos en un bar. La dueña era una mujer obesa, fumadora y malhumorada.
–¿Pero qué le está pasando a este mundo? ─se dijo Adolf otra vez en la calle.
–¿Desde cuándo se pone a una mujer a dirigir un negocio?
Así que decidió volver a su ocupación juvenil. Y pintaba postales para luego venderlas en las calles de Buenos Aires por unos centavos.
Un día, se le acercó un marchante de arte y le dijo:
–He visto sus pinturas. Usted es un genio. Yo le haré rico y famoso.
Era el más importante marchante de arte de la capital argentina. Un judío ultraortodoxo, con traje negro, sombrero negro y largos tirabuzones negros.
Adolf, que estaba tan muerto de hambre como de joven, le dijo:
–Me conformo con que me compre usted un bocadillo.
Hitler pide trabajo | La Perla de Carla 2020
Nueva entrega semanal, ‘Hitler pide trabajo’, donde la protagonista de la serie ‘La perla de Carla’, vuelve a sus sueños humorísticos sobre el líder nazi alemán.