Triste signo de los tiempos | Eduardo Galeano

Triste signo de los tiempos | Eduardo Galeano

Triste signo de los tiempos. El siglo XXI sacraliza la mediocridad en nombre de la eficiencia y sacrifica la libertad en los altares del éxito

Eduardo Galeano

[Montevideo (Uruguay), 3 de septiembre de 1940 – Ibídem, 13 de abril de 2015]

Periodista, escritor, ensayista y filósofo

Triste signo de los tiempos | Eduardo Galeano

El periodista y escritor uruguayo Eduardo Hughes Galeano  está considerado uno de los literatos más influyentes de la izquierda iberoamericana.

Así, sus libros más conocidos —‘Las venas abiertas de América Latina’ (1971), ‘La canción de nosotros’ (1975) y ‘Memoria del fuego’ (1986)— se han traducidos a más de 20 idiomas. Y sus obras superan los géneros ortodoxos y combinan documental, historia, ficción, periodismo y análisis político.

Eduardo Galeano comenzó su carrera periodística en 1960 como jefe de redacción de ‘Marcha’, un una influyente revista semanal fundada por Carlos Quijano, su «padre periodístico». Y tuvo como colaboradores, entre otros, a Mario Vargas Llosa, Mario Benedetti, Adolfo Gilly, Alfredo Zitarrosa, Manuel Maldonado y a los hermanos Denis y Roberto Fernández Retamar.

Además, desde 1964 a 1966, fue director del diario de izquierda independiente ‘Época’. Y, entre 1965 y 1973, ejerció la dirección del departamento de Publicaciones de la Universidad de la República, la universidad pública de Uruguay.

En 1971 publicó ‘Las venas abiertas de América Latina’ que recibió una mención de honor en el concurso de la Casa de las América. Para Eduardo Galeano su libro es un «manual de divulgación [que] hable de economía política en el estilo de una novela de amor o de piratas». No obstante, en el golpe de Estado de 1973 fue encarcelado y obligado a abandonar el país. Y el libro fue censurado por las dictaduras de Uruguay, ChileArgentina. Se instaló en principio en este último país y fundó en Buenos Aires la revista política y cultural ‘Crisis’.

En España, Suecía y de vuelta a casa

En 1975, recibió un premio de la Casa de las Américas por su novela ‘La canción de nosotros’. Y en 1976 se trasladó a España, donde en 1984 escribió su famosa trilogía ‘Memoria del fuego’, un viaje por la historia de Iberoamérica. Los 3 volúmenes de esta obra, considerada la mayor de Eduardo Galeano, son los siguientes:

  1. ‘Los nacimientos’, que se despliega a través de los mitos indígenas de fundación y alcanza hasta 1700.
  2. ‘Las caras y las máscaras’, que abarca los siglos XVIII y XIX.
  3. ‘El siglo del viento’, que analiza el siglo XX.

No obstante, durante estos años pasó un período en Estocolmo (Suecía) como parte del tribunal internacional ocupado de la invasión soviética de Afganistán de 1979. Al respecto, comentó que le pareció que uno de los momentos culminantes de las sesiones fue cuando un alto jefe religioso, ya de edad avanzada, exclamó indignado: «¡Los comunistas han deshonrado a nuestras hijas. Les han enseñado a leer y a escribir!»

A inicios de 1985, retornó a Montevideo. Y, en octubre de ese año, junto a Mario Benedetti, Hugo Alfaro y otros periodistas y escritores que habían pertenecido al semanario ‘Marcha’, fundó ‘Brecha‘. Y fue miembro del consejo asesor hasta su fallecimiento en 2015.

Entre 1987 y 1989, integró la Comisión Nacional Pro Referéndum, constituida para revocar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, promulgada en 1986 para impedir la judicialización de los crímenes de lesa humanidad cometidos en Uruguay entre 1973 y 1985, durante la dictadura militar.

Últimos años

En 1995, en ‘El fútbol a sol y sombra’, Eduardo Galeano escribió adelantándose a su tiempo: «Triste signo de los tiempos. El siglo XXI sacraliza la mediocridad en nombre de la eficiencia y sacrifica la libertad en los altares del éxito».

Y en 2004, apoyó la victoria de la alianza Frente Amplio en Uruguay. Además, en 2005, junto a intelectuales de izquierda como Tariq Ali y Adolfo Pérez Esquivel, se unió al comité consultivo de TeleSUR, entonces reciente cadena de televisión iberoamericana. Y colaboró en México con el periódico ‘La Jornada’.

Asimismo, en 2006, se unió a figuras internacionales en la demanda de soberanía para Puerto Rico. Además de firmar por la proclamación de independencia de la isla caribeña.

En 2009, el expresidente venezolano Hugo Chávez entregó un ejemplar de ‘Las venas abiertas de América Latina’ al entonces presidente estadounidense Barack Obama durante la 5ª Cumbre de las Américas, celebrada en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago. Y eso provocó que se convirtiera en pocas horas en un éxito de ventas en Internet.

En 2010, el semanario ‘Brecha’ creó el Premio Memoria del Fuego, que se entrega cada año a un creador que a sus valores artísticos sume el compromiso social con los derechos humanos. El primer galardonado fue el cantautor español Joan Manuel Serrat. Y el segundo fue para el uruguayo Manuel Martínez Carril, renombrado crítico cinematográfico y director histórico de la Cinemateca Uruguaya.

Política y filosofía

Eduardo Galeano se definió a si mismo como un «marxista especial». Además, en ‘Las venas abiertas de América Latina’, planteó que la pobreza, el sufrimiento y el subdesarrollo de la mayoría de los estados iberoamericanos no son un estado natural, sino uno creado por el saqueo económico histórico comenzado por España y otros países europeos. Y más recientemente por Reino Unido y Estados Unidos. Y, respecto a ello, afirmó: «Nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros».

Asimismo, según él, vivimos en un mundo al revés. Y en su artículo ‘Disculpen la molestia’, publicado en 2021, escribió:​

«¿Quiénes son los justos y quiénes los injustos? Si la justicia internacional de veras existe, ¿por qué nunca juzga a los poderosos? No van presos los autores de las más feroces carnicerías. ¿Será porque son ellos quienes tienen las llaves de las cárceles?».

En la frase del domingo en Pongamos que Hablo de Madrid | La Revista de Madrid, Eduardo Galeano habla del imperio de la mediocridad instalado en el siglo XXI: «Triste signo de los tiempos. El siglo XXI sacraliza la mediocridad en nombre de la eficiencia y sacrifica la libertad en los altares del éxito».




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