La fe mueve montañas | Michelly Cristina Giacomini

La fe mueve montañas por Michelly Cristina Giacomini

Fe o Razón | Michelly Cristina Giacomini

Según, Wikipedia, enciclopedia de contenido libre en línea: «la fe (del latín fides) es la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión, doctrinas o enseñanzas de una religión, y como tal, se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad. También puede definirse como la creencia que no está sustentada en pruebas, además de la seguridad, producto en algún grado de una promesa».

Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) manifiesta que  «la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Y en esta afirmación el aspecto de la fe no está incluido.

Aunque en el medio académico o médico sea desvalorizada, algunas investigaciones han confirmado la importancia de la fe en los procesos de curación. Cuando se tiene fe hay esperanza en el tratamiento y en todo lo que implica el restablecimiento de la salud. Pero puede que sea más profundo y que tenga conexión directa con lo que nos ocurre a diario.

La fe en el contexto religioso

A menudo oímos frases del tipo “tengo fe en que todo irá bien” o como “la fe supera la razón”.

En el contexto cristiano la fe es la certeza de lo que se espera. Y la convicción en lo que no se ve. Parece ilógico creer en algo que no alcanza nuestra visión o que no se puede tocar. Sin embargo, hay algunas buenas explicaciones para ello.

Por un lado, parece que existen algunas evidencias clínicas sobre una mejoría considerable en el estado de salud de pacientes con fe. Y no solo en el estado de ánimo, sino también en el físico. Asimismo, se puede apreciar que en un ambiente donde se practica la fe en alguna doctrina o religión la capacidad de superación es muy eficaz. Recordemos que el ser humano es un ser integral, así que todo lo que afecta a la mente afecta a la salud física.

Imaginemos que un ciudadano pierde su trabajo. Y la preocupación subsiguiente le hace perder el sueño, le provoca insomnio y le ocasiona algún trastorno alimentario. Así que termina enfermando. Ahora imaginemos que esta misma persona pierde el trabajo, pero tiene fe. En lugar de preocuparse ocupara su tiempo en buscar otro puesto de trabajo y otras posibilidades de ingresos.

La ciencia y la fe

Por otra parte, parece que la ciencia ha comprobado que la fe es una función biológica. Y no quiero decir con esto que dios exista, ya que esto está fuera del alcance de este artículo. Lo que sí se comprobó es que cuando una persona pone en acción su fe, se activan partes cerebrales que tienen que ver con lo que se denomina sistema límbico,  el principal responsable de la vida afectiva.

Desde el punto de vista médico, el doctor Daniel López Rosetti afirma que si el paciente tiene fe cuenta con un medicamento complementario, más allá de si dios existe o no.

Además, en algún momento, la mayoría de las personas se han hecho preguntas del tipo “¿quién soy?” o “¿por qué estoy aquí?”. El sentido de pertenencia, ese espíritu de búsqueda por lo transcendente que nos diferencia de los animales, da sentido a que las cosas que son del espíritu solo pueden ser entendidas por el espíritu. Y esto tiene connotación con argumentos de personas que han estado cercanas a la muerte o en un estado de muerte clínica.

No hay una prueba científica sobre el poder curativo de la fe. Sin embargo hay un instinto que revela una íntima conexión entre el cuerpo, la mente y el espíritu. Así que sin duda la fe puede prevenir algunos problemas de salud y hacernos sobrellevar mejor las enfermedades.

La fe mueve montañas

Recuerdo haber escuchado de pequeña, una anécdota en la cual se intentaba explicar lo que es la verdadera fe. En ella se contaba que un grupo de campesinos decidió convocar a todos los agricultores para una reunión porque estaban pasando por una gran sequía. En la mañana de la reunión, el sol brillaba en todo su esplendor, sin la más mínima evidencia de que el tiempo fuera a cambiar. Mientras ellos iban llegando, de lejos se podía apreciar como se acercaba un campesino que traía de la mano a una niña que llevaba un paraguas. Los demás campesinos se aproximaron y le preguntarón: ‘¿por qué vienes a la reunión con un paraguas en un día de sol radiante?’ A lo cual la niña respondió con naturalidad: ‘¿no venimos a pedir por lluvia?’ Yo vine preparada’. Eso es la fe.

Hablar de la fe es hablar de algo muy pequeño con un resultado muy grande. Algo que se puede comparar con un grano de mostaza, la más pequeña de las semillas, pero que da vida a la mayor de las hortalizas. Y que crece hasta ser un árbol capaz de dar fruto, sombra y cobijo.

Además, la fe se nutre del objeto al que se aferra. Un ejemplo es el aumento significativo en la contratación de seguros de vida. Según Emilio Jiménez, “cuando se le ven las orejas al lobo no sabes en lo que creer, así que lo mejor es tener una seguridad de cara a lo incierto”.

¿Acaso se pierde algo por creerlo?

Michelly Cristina Giacomini

Michelly Cristina Giacomini

Nacida en Brasil en 1983, está casada y es madre a tiempo integral. Reside en Madrid desde el año 2005 y aquí se enamoró de España.

Está formada en consejería familiar y gestión de conflictos con niños y niñas de 9 a 12 años. Y, en la actualidad, ejerce de misionera de la Iglesia ABA (Iglesia Evangélica Alianza Bíblica de Avivamiento) en Torrejón de Ardoz.

Con el trabajo ‘La fe mueve montañas’ de Michelly Cristina Giacomini, continuamos la publicación de la serie de artículos de los alumnos y alumnas del curso ‘Dinamización comunitaria’ impartido por Miguel Hernanz.




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